Tu móvil no es de los que…: La no innovación en los smartphones

Tu móvil no es de los que…: La no innovación en los smartphones

¿Cuál fue tu primer móvil? Bueno, o el que tuvierais en casa el primero… El Ladrillo. Es como el primer amor, nunca lo olvidarás pero ahora te aburrirías con él. Después hubo otros pero estos, a diferencia de las parejas, siempre han sido más inteligentes que los anteriores. Reposemos la integridad de nuestros historiales amorosos y quedémonos con los móviles. Los cambios de móvil eran acontecimientos únicos: un auténtico 1up! para nuestra equipación. Ahora ibas a poder enviarle salvapantallas por infrarrojos a tu colega. De repente tenías pantalla a color. Ahora ibas a poder bajarte juegos del GPRS que te costaban 2 eurazos. De repente tenías cámara. ¡Ahora ibas a poder conectarte a Internet…! Cada año y pico teníamos un nuevo concepto de dispositivo, con funcionalidades que salían de la ciencia ficción. Pero aquello frenó.

 

Como con casi todo lo referente al futuro, no acertábamos. Siempre hemos tenido la bola de cristal sin cobertura. Los móviles empezaron a hacerse pequeños y empezaron las bromas de que no encontraríamos el teléfono en el bolsillo de lo pequeños que iban a ser. Y míranos ahora, vamos con unos phablets que parecen tu primo disfrazado de Bob Esponja. Llegó el Motorola V3, extrafino, con un teclado cromado y con unas luces salidas del mundo de Tron, que nos hizo imaginarnos de mayores llamando con artefactos relucientes y flotantes y transparentes y con condensadores de fluzo. Y de nuevo, míranos ahora. Un iPhone tiene 4 botones y la batería se te acaba antes de la hora de la merienda. Pero la mayor decepción a nuestro futuro no es no haber inventado una chorrada meninblackiana, sino que directamente ya no inventamos nada. ¿Hace cuánto que un móvil no hace algo que su predecesor no?

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Se sumergen, se desbloquean con el dedo, se cargan apoyándolos en no sé qué cosa… Pero nos sabe a poco. Queremos carnaza. Queremos llamar con algo que tenga funciones nuevas. Hay móviles con más procesador que muchos portátiles que están en el mercado, pero el cuñado tiene que poder sorprendernos con algo en las cenas. Tiene que volver el «pero tu móvil aún es de los que…» Tenemos sed de lo siguiente, de que la nueva generación tenga su revolución. Queremos que llegue el iPhone transparente que sale en los teasers fake de cada año. Queremos adelantar algún Black Mirror, o hacernos colegas de nuestro control por voz. El futuro está haciéndonos la cobra en todas las salas de la discoteca.

 

Pasa lo de siempre. Los fabricantes se turnan para sacar el mejor chip pero nada avanza realmente. Tendremos catorce núcleos en el procesador y conexión 7G pero bajaremos a por el pan con la power bank en el bolsillo. Hacemos mejores fotos que una réflex pero nos pulimos la tarifa de datos en pasarlas por el grupo de familia para que se callen. El móvil es más fino que una oreo pero se te cae de la cama y se rompe como si lo hubiera lanzado Felix Baumgartner. Un desastre de innovación.

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Seas de los que echan de menos el teclado alfanumérico y las perdidas o de los que tienen un móvil de 800 pavos y hace semanas que no llaman con él, estarás de acuerdo en que un buen avance es siempre una ventaja. Una pantalla a color siempre superará a la de 8 bits del ladrillo, y tener cámara siempre será mejor que llevar un cacharro más para hacerte selfies en el baño. El verdadero desarrollo es el que no supone ningún atraso, pero estar parados como estamos no es inventar nada.